Siempre me había atraído la sensualidad de este material voluble y viscoso, el contacto directo con el, amasar y dar forma, creando formas a su vez sensuales. Con otro tipo de materiales la creación se basa en una consecución de pasos constructivos que alcanzan en mayor o menor grado nuestras expectativas; en cambio, modelar con barro responde a una necesidad de búsqueda de la perfección, perfección al percibir las formas y conexiones que nos ofrece el modelo, perfección, perfección y medida en cada gesto al representar el volumen que nos habla de algo mas allá e la fisonomía de un cuerpo.
Al modelar un cuerpo intuimos la presencia, la unión entre el interior y el exterior que nos envuelve, la esencia del espíritu encarnada, este proceso de reconocimiento de la esencia y mas tarde de reconocimiento en el otro, en el modelo, se manifiesta a la inversa al modelar, es el espíritu del autor y la esencia del cuerpo lo que da vida a la obra, lo que la dota de espiritualidad, encanto y sensibilidad.
Modelar el cuerpo humano es el mayor reto pero también el más reconfortante; en la materia que erguimos plasmamos no solo la forma y volúmenes sino nuestra aspiración, nuestra comprensión de la belleza y la estética, plasmamos el pulso de la vida, en un instante estático conformado por momentos continuos de comprensión, inspiración, enamoramiento, desazón y angustia.
El reto para mi es plasmar en el barro modelado un retrato del alma, una sensación concreta, y con la perfección del cuerpo la imperfección humana, que a su vez pueda percibir el espectador. Si una sensación concreta ha motivado esta escultura es la nostalgia que veo impresa en el cuerpo, el cuerpo es la historia del alma.
Tuesday, June 05, 2007
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