Monday, June 04, 2007

La belleza o la crítica del arte



Cuando la belleza se coloca en la cima del criterio estético, como valor supremo, se la está relegando al mundo de los conceptos. A través de una operación del intelecto, se valora y ordena lo que se ve, se establecen preferencias y se decide qué es bello y qué no.
La belleza es una experiencia que aparece dónde el intelecto no tiene acceso. No es comparable ni medible, porque no pertenece al pensamiento. Ocurre cuando el tiempo como comparación ha finalizado, y es justo después de que ocurra, cuando el pensamiento interviene y lo congela en forma de concepto para poder transmitirlo.
Pero en ese momento todo rastro de belleza ha desaparecido. De este modo el pensamiento confunde la calidad expresiva en el sujeto con las características del objeto observado sin darse cuenta de que más que algo externo, es una cualidad interna, una forma de percibir.
El artista capta la belleza y mediante su obra intenta transmitir la experiencia viva que está teniendo. Y será tanto más capaz de hacerlo, en cuanto a que no haya una separación entre la experiencia vivida y la obra realizada. La obra es la transcripción directa de una manera de sentir.
La belleza es vibrante, los conceptos están muertos, pertenecen al pasado.
La belleza que se desprende de una obra dependerá en último término de la experiencia que esté dándose en el espectador, porque siempre es algo individual.

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