
Las figuras de Gibson són frágiles, volubles, extrovertidas, dirigentes de su propio drama. Encontramos drama en el miedo, el miedo que suscita esa agressión que traviesa al espectador al recorrer el espacio expositivo; el drama de intimidar, de subyugar.
Por otro lado Gibson transforma sus figuras en el mismo momento de construirlas, de algo etéreo e inconsistente a algo rotundo y perturbador. construye con pequeños planos de cartón, los une realizando una pieza hueca y frágil; desposeídas de la durabilidad de la escultura pesada, se acerca a nosotros como una caricia.

La escultura de Gibson dialoga con el sentido del tacto y su importancia en nuestra experiencia perceptiva del espacio y en nuestra comprensión del mundo.
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