Saturday, May 09, 2009

ESPACIO, EXISTIMOS




“Miguel Ángel no glorificó un tipo ideal como lo hizo el arte clásico, sino un individuo transfigurado ahondando en el problema del movimiento” (“La figura humana en el arte”)

“Tomad el hombre brazo en alto, instaladlo dentro de dos cuadrados superpuestos…
(“Modulor 2”)

“La figura humana es lo que me interesa, pero he encontrado principios de formas y ritmos en el estudio de los objetos naturales” (“Henry Moore”).

Tomar posición en el espacio es el primer acto de los seres humanos que prueba su existencia. A partir de que el hombre ocupa el espacio puede regirlo según sus necesidades, haciendo surgir el momento poético mediante la originalidad de las propuestas. Tanto la arquitectura como la escultura se ocupan de la relación de las masas. Ambas pueden utilizar ritmos orgánicos. Tres trabajos muy diferentes: Miguel Ángel, Le Corbusier, Henry Moore, plantean las posibilidades de estos ritmos en una forma numérica pero abierta, compartiendo la idea de un ser humano, decible y en movimiento. Le Corbusier utiliza la construcción modular en el plano de una ciudad, arquitectura o mobiliario. Acercarse al hombre es el valor fundamental del Modulor. Sus escalones tienen por un lado el cero, por otro el infinito sin alcanzarlo (“Modulor 2”), lo que hace del propio proceso de creación un símbolo de lo humano entendido como movimiento y encuadrado en la naturaleza. El trabajo de Miguel Ángel se planta profundamente este problema. En sus esculturas, surge de un centro situado en el torso y se atenúa al desplazarse hacia la periferia. Su refinada observación desde el punto de vista fisiológico marca tremendamente la diferencia entre lo vivo y lo muerto, a través de los modelos utilizados. (“La figura humana en el arte”). En el fondo, esta diferencia, es movimiento. Henry Moore, al extraer sólidos geométricos de las formas naturales, no está buscando una armonía abstracta, sino la analogía expresiva. Con sus formas comunica la fuerza de lo que existe. A pesar de que en sus escritos contrapone belleza y expresión, Moore deriva sus contornos de la realidad como una síntesis que conserva la relación con lo tangible. Le preocupa generar una zona espacial en la que el trabajo se circunscribe con una profundidad geométrica. Las partes que integran ese espacio se relacionan, si no numéricamente, si desde un proceso relacional formativo cuya esencia es el movimiento. Quizás todo lo humano es legible como movimiento, en el que las relaciones de exactitud pueden actuar como traspaso a lo lírico. Ese componente de misterio nos permite sentir que el universo no es cerrado y ningún objeto está aislado en su propia existencia. A pesar de la fuerza de lo móvil, siento lo fugaz como dolor. “No, si no se acaba hoy/esto que tengo empezado, ya lo sé….Si hay que dejarlo…”

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